martes, 9 de julio de 2024

Érase una vez en 2014.

 Era 2014. Daba swipe left a fotos random y luego una notificación de conversación. Y luego otra, y luego 20. Después una conversación en WhatsApp y luego así, todos los días. 

Una película inapropiada para una primera cita, tres horas de conversación, una platiquita amable afuera de mi casa. Un “estuvo padre la película”, un “te escribo cuando llegue”. 

Meses más tarde un “me mudo a Monterrey” me llevó a escribir un mensaje too deep a la orilla de una playa mientras me preparaba para acampar. Un viaje de dos semanas se redujo a un “lo extraño mucho, ya quiero verlo” y eso a su vez se volvió un “quiero conocer Guanajuato tomada de tu mano”. Años después, todo lo anterior se materializó en una boda mientras nevaba en una ciudad que es un desierto, porque así de maravilloso y fuera de lo ordinario es lo que tú y yo tenemos. 


Y todo este tiempo, el soundtrack mental junto a ti ha sido el mismo: Maybe I just wanna be yours, I wanna be yours.



Érase una vez en 2014.

 Era 2014. Daba swipe left a fotos random y luego una notificación de conversación. Y luego otra, y luego 20. Después una conversación en WhatsApp y luego así, todos los días. 

Una película inapropiada para una primera cita, tres horas de conversación, una platiquita amable afuera de mi casa. Un “estuvo padre la película”, un “te escribo cuando llegue”. 

Meses más tarde un “me mudo a Monterrey” me llevó a escribir un mensaje too deep a la orilla de una playa mientras me preparaba para acampar. Un viaje de dos semanas se redujo a un “lo extraño mucho, ya quiero verlo” y eso a su vez se volvió un “quiero conocer Guanajuato tomada de tu mano”. Años después, todo lo anterior se materializó en una boda mientras nevaba en una ciudad que es un desierto, porque así de maravilloso y fuera de lo ordinario es lo que tú y yo tenemos. 


Y todo este tiempo, el soundtrack mental junto a ti ha sido el mismo: Maybe I just wanna be yours, I wanna be yours.