
Ella estaba asustada y cansada.
HabĂa pasado el lĂmite de enojo, de cobardĂa y de dolor.
HabĂa caminado con cuidado y precauciĂłn, siempre buscando tener cuidado para no sufrir.
Muchas veces se habĂa preguntado cĂłmo habĂa terminado dĂłnde ahora estaba, por cuales caminos habĂa andado, que senderos habĂa recorrido.
Ella... tan pequeña, tan frágil, tan asustada y sola, tan sola... tan sola...
Ella solo miraba al cielo pidiendo un milagro, algo que le recordara que seguĂa viva, que aĂşn habĂa caminos que recorrer, senderos que caminar y miradas que compartir.
Pero la realidad es que ella solo querĂa gritar lo mucho que sufrĂa, porque constantemente lloraba, constantemente se sentĂa vacĂa y defraudada.
Ella caĂa... nuevamente estaba cayendo, nuevamente se sentĂa fallida, como una imagen que el televisor no puede proyectar. Como un anuncio pegado en la pared, que sigue ahĂ, pero la gente pasa y pasa sin mirarlo siquiera. Se sentĂa olvidada y poco a poco iba cayendo de nuevo.
Ella solo buscaba un milagro, solo esperaba... miraba al cielo como preguntandose cómo fué que es quién ahora era... cómo fué que se fué olvidando, como fué que se fué volviendo invisible...
Ella solo esperaba... en busca de ese ser que un dĂa partiĂł y no iba a volver nunca más, en muchos años, en muchas vidas, en muchas eras... ella solo esperaba estar con Ă©l, ella solo querĂa darse un maldito balazo, aventarse de un maldito puente y no volver jamás...
Ella se siente sola, de nuevo... si, de nuevo, que terrible broma.
Papá, te extraño.