La Ășltima. Lo habĂa hecho.
Di el tiro de gracia a la Ășltima hebra.
Estiramos tanto Ă©sta cuerda, tanto que hoy nos esforzĂĄbamos por no soltar los restos de lo que en algĂșn momento era una cuerda fuerte. Hoy no era nada mĂĄs que hebras rotas.
Entonces lo hice. Di el tiro de gracia y nos vi morir. Vi como los dos tuvimos el mismo dolor, las mismas lĂĄgrimas, el mismo sufrir. Y eso es lo que esperaba. Ponerle sal a la herida para poderla sanar.
Nos arroje a las llamas.
SentĂ el fuego quemĂĄndonos, sin soltar tu mano ni un solo momento. Los dos habĂamos decidido seguir juntos, la decisiĂłn mĂĄs patolĂłgica que jamĂĄs habĂa tomado, ahĂ estaba; frente a mis ojos.
SentĂ como con mis manos atrapaba tu Ășltimo suspiro, luego de morir calcinados ante la ira.
Y después de mucho nos vi volver.
Si el ave fĂ©nix lo hacĂa, ¿porquĂ© nosotros no?
Ardió mientras lloraba porque la escuché gritar tu nombre.