¿QuiĂ©n te dijo que yo no luchĂ© por ti? Que bajĂ© los brazos dejando entrar el fracaso....
Mientras lo decĂa no habĂa podido mirarlo a los ojos.
Le habĂa mentido.
El no sabĂa, pero mi perfecto discurso fluido habĂa sido ensayado mil veces frente al espejo.
Era tan convincente que por un momento dudé de mis verdaderos deseos.
-...Y asĂ fue como lo decidĂ- Dije, mientras podĂa ver como se quebraba frente a mis ojos.
Era hasta cierto punto un dolor masoquista, que me dolĂa pero sentĂa que era justo.
Yo sĂłlo querĂa devolverle el sabor que me provocĂł a mi tambiĂ©n.
El ni siquiera me habĂa considerado. Nunca. Jamás. Nunca jamás de los jamáces.
Y ahĂ estaba yo. Una pequeña mentirosa que habĂa ideado un discurso tan pulcro que yo misma habĂa creĂdo. Me aferraba a esa idea cada noche. No lo deseaba, pero lo habĂa decidido.
Nadie tenĂa porque saberlo, lo mejor de un secreto es saber guardarlo bien para que sea un secreto de verdad. HabĂa decidido que asĂ iba a ser hasta el final de mis dĂas. Entonces entenderĂa, el amor más real es aquel que permite ser feliz aun sabiendo que no iba a consumarse.
Todo Ă©sto surgiĂł dentro de mi cabeza en menos de un segundo. No hacĂa falta repetĂrmelo una vez más, lo hacĂa cada noche; incluso lo habĂa hecho Ă©sta mañana mientras me visualizaba de aquella manera.
De pronto volvĂ mi mirada a la suya. HabĂa lágrimas en sus ojos y pude ver y sentir cĂłmo se rompĂa algo en su pecho.
Al mirar esa escena algo se rompiĂł en mi tambiĂ©n. No pude decirlo (ni admitirlo) pero en mĂ tambiĂ©n habĂa lágrimas de tristeza. Esa noche en la penumbra yo lloraba por Ă©sto. Porque era demasiado tarde, porque ni siquiera lo intentĂł. Porque yo podrĂa serlo... Yo lo era... Yo lo sabĂa, pero jamás me ...
Vale, Ă©stas palabras estaban de más. DecidĂ dejar el asunto asĂ nadamás. En cuanto me fue permitido decidĂ salir de ahĂ, ese lugar donde habĂa desechado toda mi basura, para llenarme de más. Y asĂ me sentĂ triunfadora, aun con esas lágrimas, aĂşn con el dolor, sobre todo eso me sabĂa ganadora.
Después de todo, a veces ganar significa ser destruido.
Recuerdos.
¿QuiĂ©n te dijo que yo no luchĂ© por ti? Que bajĂ© los brazos dejando entrar el fracaso....
Mientras lo decĂa no habĂa podido mirarlo a los ojos.
Le habĂa mentido.
El no sabĂa, pero mi perfecto discurso fluido habĂa sido ensayado mil veces frente al espejo.
Era tan convincente que por un momento dudé de mis verdaderos deseos.
-...Y asĂ fue como lo decidĂ- Dije, mientras podĂa ver como se quebraba frente a mis ojos.
Era hasta cierto punto un dolor masoquista, que me dolĂa pero sentĂa que era justo.
Yo sĂłlo querĂa devolverle el sabor que me provocĂł a mi tambiĂ©n.
El ni siquiera me habĂa considerado. Nunca. Jamás. Nunca jamás de los jamáces.
Y ahĂ estaba yo. Una pequeña mentirosa que habĂa ideado un discurso tan pulcro que yo misma habĂa creĂdo. Me aferraba a esa idea cada noche. No lo deseaba, pero lo habĂa decidido.
Nadie tenĂa porque saberlo, lo mejor de un secreto es saber guardarlo bien para que sea un secreto de verdad. HabĂa decidido que asĂ iba a ser hasta el final de mis dĂas. Entonces entenderĂa, el amor más real es aquel que permite ser feliz aun sabiendo que no iba a consumarse.
Todo Ă©sto surgiĂł dentro de mi cabeza en menos de un segundo. No hacĂa falta repetĂrmelo una vez más, lo hacĂa cada noche; incluso lo habĂa hecho Ă©sta mañana mientras me visualizaba de aquella manera.
De pronto volvĂ mi mirada a la suya. HabĂa lágrimas en sus ojos y pude ver y sentir cĂłmo se rompĂa algo en su pecho.
Al mirar esa escena algo se rompiĂł en mi tambiĂ©n. No pude decirlo (ni admitirlo) pero en mĂ tambiĂ©n habĂa lágrimas de tristeza. Esa noche en la penumbra yo lloraba por Ă©sto. Porque era demasiado tarde, porque ni siquiera lo intentĂł. Porque yo podrĂa serlo... Yo lo era... Yo lo sabĂa, pero jamás me ...
Vale, Ă©stas palabras estaban de más. DecidĂ dejar el asunto asĂ nadamás. En cuanto me fue permitido decidĂ salir de ahĂ, ese lugar donde habĂa desechado toda mi basura, para llenarme de más. Y asĂ me sentĂ triunfadora, aun con esas lágrimas, aĂşn con el dolor, sobre todo eso me sabĂa ganadora.
Después de todo, a veces ganar significa ser destruido.
Mientras lo decĂa no habĂa podido mirarlo a los ojos.
Le habĂa mentido.
El no sabĂa, pero mi perfecto discurso fluido habĂa sido ensayado mil veces frente al espejo.
Era tan convincente que por un momento dudé de mis verdaderos deseos.
-...Y asĂ fue como lo decidĂ- Dije, mientras podĂa ver como se quebraba frente a mis ojos.
Era hasta cierto punto un dolor masoquista, que me dolĂa pero sentĂa que era justo.
Yo sĂłlo querĂa devolverle el sabor que me provocĂł a mi tambiĂ©n.
El ni siquiera me habĂa considerado. Nunca. Jamás. Nunca jamás de los jamáces.
Y ahĂ estaba yo. Una pequeña mentirosa que habĂa ideado un discurso tan pulcro que yo misma habĂa creĂdo. Me aferraba a esa idea cada noche. No lo deseaba, pero lo habĂa decidido.
Nadie tenĂa porque saberlo, lo mejor de un secreto es saber guardarlo bien para que sea un secreto de verdad. HabĂa decidido que asĂ iba a ser hasta el final de mis dĂas. Entonces entenderĂa, el amor más real es aquel que permite ser feliz aun sabiendo que no iba a consumarse.
Todo Ă©sto surgiĂł dentro de mi cabeza en menos de un segundo. No hacĂa falta repetĂrmelo una vez más, lo hacĂa cada noche; incluso lo habĂa hecho Ă©sta mañana mientras me visualizaba de aquella manera.
De pronto volvĂ mi mirada a la suya. HabĂa lágrimas en sus ojos y pude ver y sentir cĂłmo se rompĂa algo en su pecho.
Al mirar esa escena algo se rompiĂł en mi tambiĂ©n. No pude decirlo (ni admitirlo) pero en mĂ tambiĂ©n habĂa lágrimas de tristeza. Esa noche en la penumbra yo lloraba por Ă©sto. Porque era demasiado tarde, porque ni siquiera lo intentĂł. Porque yo podrĂa serlo... Yo lo era... Yo lo sabĂa, pero jamás me ...
Vale, Ă©stas palabras estaban de más. DecidĂ dejar el asunto asĂ nadamás. En cuanto me fue permitido decidĂ salir de ahĂ, ese lugar donde habĂa desechado toda mi basura, para llenarme de más. Y asĂ me sentĂ triunfadora, aun con esas lágrimas, aĂşn con el dolor, sobre todo eso me sabĂa ganadora.
Después de todo, a veces ganar significa ser destruido.