Me ignora, lloro. Me entero de situaciones desagradables, lloro. Me siento vacÃa y sola, lloro.
Es patético y yo lo sé.
No sé hasta que punto él solÃa ser el mejor analgésico, pero hoy no está más. A veces extraño un poco la sensación de que con su abrazo todo estaba bien. Porque la verdad es que esperaba que al no estar él pronto encontrarÃa otros brazos que también serÃan mi analgésico. Pero evidentemente no fue asÃ.
Es complicado, pero supongo que yo misma me metà en ésta situación de mierda.
Siempre tendré esa duda de cómo podrÃa haber sido mi vida a su lado.
O al lado de ese otro hombre.
Suena como si mi vida ya hubiera acabado y aunque no es asÃ, últimamente me he sentido un tanto muerta. Como haciendo la cosas en automático.
Me habÃa dado cuenta de que nada perdura. Nada. Por más que me esfuerce en tratar
Estaba harta: cansada de dar todo sin recibir nada a cambio. Cansada de sus constantes cambios, hasta la madre de su forma tan particular de mentirme en la cara, diciendóme que yo era especial, y creyendo esa mentira. Y luego descubrir porquerÃa bajo sus palabras.
Y estaba harta de extrañar.
Y de desear tanto algo que evidentemente no va a pasar.
Por eso, luego de mucho pensar de pronto me cayó la idea del cielo. Bendito seas, Dios, por poner la idea en mi cabeza justo en el momento ideal. Y no, esa idea no era un suicidio. Ni tampoco estaba pensando en amarrarme a alguien por no poder tener a alguien más. Ni en cometer estupideces sin sentido.
No. Esto era algo profundo y grave. Si, muy grave.
Que sepa el cielo hasta que lÃmites me habÃa herido (sin saber, probablemente) para que de buenas a primeras me llegara esa idea.
Sepa el cielo hasta que grado me sentÃa desplazada, vacÃa, sola y decepcionada. Y dolida. Sobre todo eso.
En fin. El plan era alejarme. Hacerme a un lado y dejarlo tomar sus decisiones. No interferir. No estorbar. No -agregue aquà cualquier sinónimo doloroso-.
Eso era todo.
No podÃa enfrascarme en una competencia sin premio. No iba a ser contrincante de nadie. Nadie era premio. Nadie era nada. Y esa perra, especialmente, no era nadie.
Goodbye my almost lover, goodbye my hopeless dream.